Navidad
Esta ha sido oficialmente la navidad más corta y relajada de todas. Una hora comiendo con los abuelos y media hora con mi padre, semi dormida. Por suerte me perdí los villancicos y no comí en exceso (al menos el 24). El resto la pasé en taxis de Miraflores a La Punta y de La Punta a Monterrico llevadas por un conductor que quería llegar a Jesús María antes de las 12, por lo que hizo ese trayecto en una inverosímil media hora. Pasamos del borde del mar al pie del cerro a toda velocidad, mirando primero a la gente celebrar en las calles del Callao, con cerveza en las esquinas y cohetones en barrios donde nada está prohibido. Y luego observando las calles desiertas de Surco, finamente iluminadas y resguardadas.
Me olvidé el regalo de mi hermana y ella se olvidó el mío. Mi abuelo inventó la champiña: champagne con jugo de piña y mezclado en balde para toda la familia. Mis tíos erraron otra vez sus regalos: recibí un extraño llavero y una agenda de las ediciones Paulinas, que me ha permitido aprender que mi cumpleaños es el día de San Celestino V y que el verdadero nombre de Bono es Paul David Hewson, quien figura entre sus "personajes que dejaron huella", acompañado por Benedicto XVI, Sor Ana de los Angeles, Isabel Allende y Pelé.Me gustaron más sus abrazos y sinceras buenas intenciones.
El 25 en la mañana mi hermana y yo subimos a un colectivo donde luego de decirle "buenos días", un señor dijo "Hay que decir Feliz Navidad, pues". Y el día anterior el señor casero de mi librería cercana me dijo "Feliz Navidad...siempre cuidando la bicicleta!", mientras me daba la mano. Fue mi saludo favorito, junto a esta imagen que mandó Rai por mail:
Para terminar, una frase extraída de "Juventud Nueva":
"Jamás se desvía uno tanto como cuando cree conocer el camino". Creo que a Andy le hubiera podido gustar...