Perritos
Bandido Bandi Pandi Chandi Chaki Chaquiro Chaqueto Chakaban
murió hace unos días de múltiples enfermedades, vejez, y consecuente eutanasia.
Ya no tengo que pelearme con mi hermana por ver quien lo saca a pasear ni pelearme con él por nuestro sitio favorito en el sillón. Los últimos años se las ingenió para rodearse de placeres y privilegios. Le gustaba disfrutar el presente, el relax y el comfort. Era el más guapo del barrio, sin duda, pero nunca tuvo un amor de verdad, salvo su madre y hermanas.
Ayer me mordió un perro por primera vez en mi vida. No fue muy fuerte ni profundo, pero sentí dolor. El perro era diminuto. Una piltrafa blanca y chillona que empezó a perseguirme mientras iba en bicicleta, escapándose de su dueño, que era grande, gordo, calvo y con ropa de hiphopero.
Saltó a mi pierna y me mordió, colgándose de ella por un segundo. Pensé en patearlo para esquivarlo, pero sentí que lo hubiera podido matar. Sólo atiné a pedalear lo más rápido que pude y huir. Los agujeros que hicieron sus dientes fueron pequeños. Debí haber pateado al gordo.
(Chau, Chaki)