aburrimiento
Un hombre que me había parecido hermoso desde la primera vez que lo ví, se me acercó mientras bailaba. Me susurró al oído “Cuando te conocí, me encantaste porque noté que pensabas como yo”. Sonreí y lo miré.
Hace tiempo que no lo veía, la última vez también había sido en una pista de baile. Alto, bronceado, y fuerte, con movimientos ligeramente sensuales pero sin llamar la atención en exceso.
Con el polo ceñido e irremediablemente gay, me susurró a continuación “¿a quién me vas a presentar hoy?”. Lo acerqué a mis amigos, y se saludaron. Volteó hacia mí “¿Pero con quién me puedo ir esta noche?”. Señalé al elegido. Fue hacia él, hablaron, dio una vuelta y volvió a susurrarme “Tu amigo es un aburrido”.
Se alejó. Luego de unos minutos lo ví introducir su mano en el pantalón de un muchacho y acariciarlo, mientras se besaban.
Al salir, le pregunté a mi amigo que le había dicho el hombre hermoso:
“¿Qué vas a hacer después?”
“Dormir” había sido su respuesta.
Hace tiempo que no lo veía, la última vez también había sido en una pista de baile. Alto, bronceado, y fuerte, con movimientos ligeramente sensuales pero sin llamar la atención en exceso.
Con el polo ceñido e irremediablemente gay, me susurró a continuación “¿a quién me vas a presentar hoy?”. Lo acerqué a mis amigos, y se saludaron. Volteó hacia mí “¿Pero con quién me puedo ir esta noche?”. Señalé al elegido. Fue hacia él, hablaron, dio una vuelta y volvió a susurrarme “Tu amigo es un aburrido”.
Se alejó. Luego de unos minutos lo ví introducir su mano en el pantalón de un muchacho y acariciarlo, mientras se besaban.
Al salir, le pregunté a mi amigo que le había dicho el hombre hermoso:
“¿Qué vas a hacer después?”
“Dormir” había sido su respuesta.